

Píldoras
del saber
Introducción
¿Alguna vez te has encontrado leyendo un texto y, al final, te has descubierto en el vacío? Pues sí, es una experiencia muy común. Nos hemos acostumbrado a leer mecánicamente, movemos los labios, pero no pensamos lo que decimos. Tampoco tenemos claro si los demás nos escuchan. Pero, ¿y si nos escuchan? Leer en voz alta, exponer en público, -incluso- leer en silencio no son actividades pasivas ni solitarias. Implican la interacción con otros. ¿Por qué? Piensa por un momento en las distintas razones por las cuales, cada una de estas acciones son interactivas.
Dialogar con aquella voz que intenta transmitir un mensaje desde el texto y que nosotros interpretamos con nuestra voz es una primera razón; además, interactuamos con aquella audiencia que espera que nuestra lectura tenga sentido. ¿Leemos buscando ese sentido? Tal vez este puede ser nuestro primer propósito: aprender cómo leer, hablar, escuchar y escribir son actos de real comunicación. ¿Te animas a acompañarme en este proceso de autodescubrimiento sobre las habilidades que posees y que aspiras a fortalecer para enfrentar la vida académica universitaria?¡Comencemos!
¿Qué significa leer?
Leer es un verbo, es una acción. Al igual que bailar, viajar, soñar, sentir, implica “estar en el mundo en movimiento”. Tal vez hayas escuchado que la lectura es un acto de desciframiento del mensaje que alguien nos comunica. Sí, lo es; pero, también es experiencia. Al leer dialogamos con el texto, ¿estamos en desacuerdo o coincidimos con las ideas que se plantean en él? Es una experiencia vital de comunicación que nos enriquece. Por eso, la lectura no es un acto único sino múltiple. Leemos en distintos momentos, con diversos propósitos y de diferentes maneras.
¿Cuáles son los momentos de la lectura?
Una especialista en pedagogía, Isabel Solé, observó cómo leen los jóvenes y descubrió algunas de sus estrategias que reveló en un libro publicado en 1992. Señalaba además que la lectura es un “proceso”. ¡Uy! ¿Y qué es esto del proceso? Pues, nada complicado. Significa que la lectura consta de fases. Leemos el texto siguiendo unos ritos de familiarización. Es decir, nos acercamos a un libro como cuando intentamos hacernos de amigos. Y, ¿por qué no? Dicen que los libros son los mejores amigos.
En todo caso, Isabel Solé dice que la lectura consta de tres momentos clave: un antes, un durante y un después. Cada fase tiene un propósito de conocimiento. En un primer momento sondeamos por dónde va el asunto, luego esperamos conocer algo más (quién, dónde, cuándo, por qué, cómo y para qué); finalmente nos acercamos tanto al texto que somos capaces de crear nueva información, experiencias y opiniones inspirados en nuestra comprensión e interpretación del texto. ¿Qué te parece? ¡Un amigo, cuando lo es, resulta una ganancia.
Y es que durante cada uno de esos momentos está acompañado de ciertos recursos y estrategias para indagar si ese texto es el que nos interesa. Entonces, confiésanos cuáles son los recursos y las estrategias que pones en práctica cuando te encuentras con un texto al que le ves potencial.
Pero, antes de esto, conviene definir. ¿Qué será necesario definir? Piénsalo, estás cerca. ¡Exacto! ¿Cuál es la diferencia entre recursos y estrategias?
Ahora, comparemos los recursos y estrategias que utilizas con los expertos que estudian el tema. Por ejemplo, Daniel Cassany propone lo siguiente:
Antes de la lectura (Prelectura):
Lo primero es buscar un texto valorando si cumple con mi propósito de lectura. ¿El lenguaje me propone una experiencia real y resulta de mi interés? ¿Usa un lenguaje apropiado, con información confiable y soportes visuales de apoyo? En este momento es necesario activar los conocimiento previos considerando cuánto conozco del tema y del género en que se comunica. Además nos seguimos interrogando sobre ¿Para qué leer?¿Cuándo, cómo, dónde y cuánto leer? Por ello conviene pensar el espacio en el que vamos a leer, pues debemos garantizarnos la concentración según el momento en que vamos a leer, la cantidad de la lectura (capítulo, apartado, sección) y si vamos a leer para estudiar, para recrearnos o para investigar. Tanto para Cassany como para Solé la capacidad de predecir adquiere protagonismo en esta fase. Entonces, ¡vuélvete en un mago de las predicciones! Claro, luego tendrás que verificarlas.
Durante la lectura y las relecturas:
Aquí adquiere importancia tanto los hábitos como las prácticas de lectura. ¿Se aplica estrategias para comprender, interpretar y analizar el texto? ¿Se establece inferencias relacionando el contenido del texto con las experiencias y conocimientos previos? ¿Se revisa y comprueba la propia comprensión del texto mientras se lee?¿Se formula preguntas y de qué tipo? Todas las acciones vinculadas con estas preguntas facilitan la toma de decisiones para mejorar los procesos de comprensión del vocabulario, del tema, del género o la estructura del texto. Básicamente, el lector se cuestiona constantemente sobre: ¿Qué entiende y que no comprende? ¿Qué hace para comprender?Después de la lectura
(Postlectura):
Para Daniel Cassany, esta fase involucra otras destrezas lingüísticas como escuchar, conversar, hablar, no solo leer sino además escribir. Estas pueden combinarse. Leer para repetir, sistematizar, debatir o discutir compartiendo las ideas a partir de lo que se ha interpretado y analizado previamente. El lector pone en claro: ¿cuáles son las ideas principales? ¿Cómo resumir el texto? ¿Qué preguntas se derivan del contenido para generar comprensión, conocimiento? ¿Estoy de acuerdo o en desacuerdo con lo planteado? ¿Habrá información diferente sobre este tema? ¿Cómo comunico mi punto de vista sobre lo leído?

